Producto estrella
Las biopelículas o biofilms son nuestro producto estrella. Sirven para cubrir frutas y lograr que se mantengan mucho más tiempo sanas y firmes, y que maduren más lentamente.
Estas películas están constituidas por polímeros microbianos producidos por distintos hongos y bacterias seleccionados. Estos polímeros -que son como una gelatina-, se separan de los microorganismos que los producen y luego se combinan para obtener formulaciones líquidas que se aplican en los empaques para recubrir la fruta; es decir, no utilizamos microorganismos vivos, sino los metabolitos de estos. Además, incluimos en la formulación ciertas moléculas con actividad antifúngica de origen biológico que se producen por separado. Así obtenemos una membrana inerte, pasiva, que regula la transpiración y la respiración de la fruta, que, a su vez, contiene moléculas activas protectoras en su interior, para evitar el daño por infecciones de hongos.
Aunque de características similares, estos biopolímeros difieren según su origen y naturaleza. La tecnología de combinación y formulación de estos polímeros responde a las características de la fruta a tratar. Por ejemplo, la formulación para recubrir el limón no es la misma que para manzana, pera o palta, debido a las propiedades de la cáscara en cada caso. Nuestra tecnología permite identificar la combinación adecuada de polímeros para cada especie frutal.
Hasta ahora lo que tenemos más desarrollado es el recubrimiento para limón. Una membrana que además sella las heridas de la cosecha por donde ingresan los patógenos. Cuando este film se seca luego de la aplicación –es muy fino y transparente, sin olor- preserva la fruta de infecciones, con sus moléculas activas, durante más de cuarenta días. Ese lapso, resultado de simulaciones que realizamos, es lo que generalmente demora la fruta en llegar a mercados de EE.UU o Europa.
Nuestra experiencia
Nuestro producto se aplica directamente en las industrias e hicimos pruebas en varias empresas como AgroAlianza – Lapacho Azul, San Miguel SA, FGF-Trápani, Argenti lemon; en la empresa Ledesma (en naranjas) y mandarinas en el INTA-CONCORDIA, Entre Ríos. Además, en contra estación, ensayamos en un empaque de Visalia, California (EE.UU).
Cada cítrico es un mundo, con grandes diferencias entre uno dulce y uno agrio. Lo más importante de todos estos ensayos es que siempre, comparamos nuestro producto con la tecnología actual de los países de destino. Hicimos ensayos de envío de fruta desde Tucumán a California, para ver justamente, en un proceso real, cómo llegaban.
En el mercado orgánico hoy se utiliza un producto a base de ajo y cebolla que funciona bien, con el inconveniente de que la aplicación es bastante difícil para los operarios por el olor y los vapores que se liberan. Además, se usan recubrimientos, que puede ser una cera. Nuestro producto reemplazaría a ambos productos en un solo paso.
En el mercado convencional -a diferencia del empaque orgánico-, se utilizan productos químicos de síntesis. Le propusimos a ese sector productivo, reducir las dosis de estos químicos al 25% sin perder efectividad, reforzando la eficacia con nuestro producto. Así, se logra que al final la fruta tenga menos químicos residuales en la cáscara, menos problemas para ingresar en algunos mercados y menos riesgo de rechazo de la fruta o los jugos que producen.
También estamos trabajando con gente del Valle de Río Negro y el INTA en peras y manzanas, para las cuales no hay o son escasas, las soluciones biológicas para prevenir infecciones por hongos. La idea es que nuestras biopelículas sean utilizadas para prevenir la escaldadura en peras, porque toda la producción se cosecha en enero y febrero, se guarda en frío y se vende durante todo el año. Ese almacenamiento anual en frío genera daños como esta mancha marrón no deseada que hoy es tratada con etoxiquina, un químico antioxidante que se viene prohibiendo en varios mercados, y generó un problema ya que mucha de la producción argentina es para exportación. Nuestro producto sería la solución.
También estamos terminando unos ensayos con muy buenos resultados en palta. En esta se ve un gran efecto en la retención del color verde y una demora en la maduración, porque la película con la que la recubrimos disminuye la liberación de etileno; eso hace que la maduración sea mucho más lenta y que la palta se mantenga verde durante más tiempo. Hoy los productores tucumanos no están exportando en cantidad, el mercado interno ofrece buen precio y tiene más sentido vender aquí, donde el cultivo está creciendo mucho a expensas, un poco, del limón. Sin embargo, la tendencia muestra que, dentro de poco, habrá mucho volumen de palta para exportación. Ya hay uno o dos empaques que están en esto y aquí aplicaremos nuestro producto: necesitamos que las paltas lleguen verdes a los destinos.
Los ensayos hechos en palta nos abren un gran camino para todas las frutas climatéricas, entre ellas bananas y mango –una fruta de mucho valor afuera-. Estamos incursionando, asimismo, en arándanos, que constituyen un gran desafío, porque tienen una cobertura natural llamada pruina, que es necesaria que se mantenga en la fruta, por lo que es preciso que la fruta no se moje en el empaque. La aplicación, entonces, se realiza mediante una niebla muy fina en una cámara de electrostática, donde el producto se adhiere a la cáscara. Estamos por hacer una prueba en un empaque local para ver cómo podemos formar esa “nube” y que la fruta llegue a aplicarse sin mojarse. Buscamos proteger el arándano de la deshidratación, de la pérdida de firmeza y de las infecciones por hongos.
Con el producto para el limón estamos realizando el registro en el organismo de control, que en nuestro caso es el Senasa; esperamos terminar este proceso en 2025 para distribuirlo principalmente en Tucumán, además de asistir a las citrícolas con las que ya hemos hecho pruebas y quedaron conformes.
Una startup a la tucumana
Ser una startup en Tucumán ofrece, como ventaja, disponer de una masa crítica de personas que hacen ciencia y que saben cómo hacerla. Es destacable el nivel que tenemos en cuanto a investigación, tanto de la universidad como de institutos y organismos como la EEAOC, el INTA y el CONICET.
Lamentablemente hoy, personas muy formadas quedan afuera de los sistemas de investigación, porque el medio no puede absorber a todos y las industrias no están demandando tantos recursos humanos formados. Las startups en Tucumán, que hoy somos más de diez, tenemos bases científica-tecnológica, por lo que contar con personas altamente calificadas en este sector, es claro un plus para el crecimiento. También hay que destacar el apoyo de la industria, dado que sin su apoyo no podríamos haber llegado adonde llegamos.
Hacemos nuestro desarrollo en laboratorio, pero después necesitamos ir a campo. Es en el empaque donde se ve cómo se aplica el producto a la fruta, si llega mojada a la caja, si se aplica bien con los instrumentos que se usan, si los cepillos la mojan bien, etc. Todo ese desarrollo técnico no existe en el laboratorio y ahí es necesario el apoyo de la industria. También es importante destacar el apoyo técnico que tenemos de instituciones como la EEAOC al momento de evaluar el producto, así como de control de residuos en la fruta.
Personalmente celebro que en Tucumán haya muchos industriales dispuestos a apostar a una idea, un producto nuevo y algo que a ellos les va a solucionar problemas sin tener que ir a buscar esas soluciones afuera.
Los inicios
Hice mi tesis doctoral en la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) con beca CONICET, estudiando principalmente antifúngicos y antibacterianos nuevos de bacterias aisladas de distintas partes del país, entre ellas la Antártida y la Isla de los Estados (Ushuaia). Siempre buscando microorganismos que pudieran producir moléculas antibacterianas y antifúngicas para ser utilizadas (principalmente durante mi tesis) contra bacterias patógenas humanas.
Cuando ingresé a la carrera de investigador del Conicet, la propuesta fue buscar antifúngicos nuevos para la aplicación en el agro, tratando de aportar soluciones principalmente a las industrias tucumanas: citricultura, soja y caña de azúcar. Así arrancaron los primeros ensayos junto a dos becarias doctorales que realizaron grandes aportes, Anabella Sarli y Gisele Texeira Gomes, quien vino de Brasil para estudiar el tema.
En el 2020, durante la pandemia, junto al equipo con el que venía investigando, apliqué a la convocatoria de Ignite, de Gridx, fuimos seleccionados para cursar un training donde conocí a Joaquín Fisch, mi actual socio, quien empezó a buscar el modelo de negocios y la parte financiera del proyecto que se convirtió en empresa.
Gridx decidió invertir en nosotros al final del proceso, la primera vez fueron unos 200 mil dólares. Simultáneamente aplicamos a otra incubadora de biotecnología de New York: IndieBio, quienes también nos seleccionaron e invitaron para hacer el mismo tipo de cursado, de unos cuatro meses, en Nueva York. Al finalizar, ellos también eligieron invertir en nosotros, de modo que tuvimos dos procesos de inversiones muy seguidos.
Regresamos a Tucumán y empezamos a crecer como equipo; montamos un laboratorio en el Proimi, que nos brindó un espacio a modo de incubación. Empezamos a contratar gente, principalmente ingenieros agrónomos, biotecnólogos y licenciados en química. Actualmente somos ocho personas en total, pero sabemos que el año 2025 vamos a crecer en distintas estructuras.
Creo que el mundo necesita dejar de desperdiciar alimentos, según la FAO, hoy el 40% de la fruta y verdura producida se desperdicia, esto significa, mano de obra, agua, energía, suelo, tiempo y dinero desperdiciado. La industria hoy apuesta y demanda soluciones como las nuestras. Soluciones eco-amigables, sustentables y seguras para el consumidor. También sabemos que la industria cada vez tiene mas exigencias desde los mercados y queremos ayudarlos y apoyarlos para que cada vez mas fruta pueda producirse aquí y exportarse al mundo con la calidad necesaria. Creo que las startups vienen a llenar un espacio de articulación entre el ambiente científico y la industria, que será provechoso para todos. Tenemos que poder aprovechar toda la ciencia que se viene estudiando y desarrollando hace años, para eso es clave que tanto científicos, como industriales e inversores encontremos una zona de contacto para que empiecen a fluir todos estos desarrollos y se exporten al mundo. Soy un convencido que en Tucumán vamos a poder formar este tipo sinergias para ser el polo científico-tecnológico del NOA.