Revista Avance
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Azúcar orgánica en Argentina

La producción y consumo de los productos orgánicos ocupan un lugar cada vez más importante en el mercado alimentario internacional.

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La sustitución de productos de síntesis química por otros biológicos, el cuidado de la biodiversidad y los nutrientes del suelo, los métodos inocuos para el tratamiento poscosecha y el procesamiento industrial son aspectos que van incorporándose como requeridos en la trazabilidad exigida por los mercados. Las cada vez más influyentes preferencias de los consumidores van marcando la tendencia. El del azúcar orgánico es uno de esos mercados en evolución.

Examinamos acá las condiciones productivas y de mercado a través del testimonio de Facundo Soria (Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca); y desde el área privada, los de (NOA) Eduardo Lukasiewicz -ingenio San Isidro, Salta-, Enrique Valenti -Arcor- Providencia, Tucumán- y Sebastián Budeguer -ingenio La Esperanza, Jujuy y Leales, Tucumán.

 

El Estado y la producción orgánica

Facundo Soria, Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación

El 98% de lo orgánico que se produce en Argentina se exporta. Pero lo que tiene de bueno el mercado interno es que es un trampolín para exportar

La producción orgánica nacional se impulsa desde la Comisión Asesora para la Producción Orgánica[1], un ámbito público-privado que articula el fortalecimiento y desarrollo del sector en el país.  La integran, desde sus inicios, instituciones privadas que actúan en el MAPO (Movimiento Argentino para la Producción Orgánica), la cámara de certificadoras del sector público -básicamente el Senasa, que se encarga del control de sanidad y la fiscalización- y con el transcurso del tiempo fueron integrándose otras como el INTA, el INTI, el CFI, la propia EEAOC, algunas universidades, asociaciones profesionales y fueron creándose en distintas provincias instancias organizativas y promocionales, generándose así una incipiente red federal. Las provincias del NOA han sido hasta aquí las más comprometidas.

[1] Creada por la Ley 25.127/1999 y coordinada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGYP)

  • Plan 2030: objetivos de la gestión

En la actualidad, estamos ejecutando el Plan Estratégico 2030 Argentina Orgánica, que tiene como antecedente el Plan del 2010, cuando se planificó toda la producción agropecuaria en Argentina, pero después cada área siguió su propio derrotero. En 2019 retomamos esa planificación, la actualizamos, la extendimos en el horizonte 2030 y se empezó a ejecutar desde 2020, sostenido en un trabajo interinstitucional público-privado, atento a una agenda común que se revisa año a año. Su ejecución no implica otra erogación que la creatividad aportada por los integrantes de la cadena para sostener una actividad productiva con perspectivas económicamente alentadoras.

  • Cuatro mesas

El Plan Estratégico 2030 se ejecuta a partir de cuatro mesas de trabajo: comunicación, exportación, tecnología y desarrollo territorial.

-La mesa de comunicación promueve el desarrollo del mercado orgánico interno, que es chico en relación con el mercado mundial al que se exporta el 98% de la producción, pero permite el asentamiento de la actividad y el consiguiente ejercicio de creación de valor.

-La mesa de exportación se ocupa de la inteligencia comercial con los mercados externos. En muchos aspectos en coordinación con Cancillería, la Agencia argentina de inversiones y comercio internacional, la Agencia de promoción de exportaciones provinciales, y obviamente, con la participación de los exportadores del sector privado.

Los mercados son dinámicos. Históricamente los destinos fueron la Unión Europea, Suiza y Japón, pero el mercado de los Estados Unidos ha sido el que más ha crecido en los últimos años desplazando a Europa a un segundo lugar.

Esa dinámica exige mantener una constante en materia de promoción, condiciones comerciales, y aspectos  normativos a compatibilizar con los países importadores, de modo de facilitar la comercialización.

-El objetivo de la mesa de tecnología es acortar la brecha tecnológica que existe entre la producción orgánica y la convencional, por lejos más favorecida por la introducción de innovaciones y mejoras tecnológicas; en toda la cadena, desde la semilla hasta la cosecha y su procesamiento posterior. En el subsector de orgánicos la oferta tecnológica -y las posibilidades de recupero de las inversiones- es inferior y el avance es, hasta ahora, mucho más lento. Es necesario también incrementar la formación de profesionales especialmente capacitados en la materia para sostener el impulso productivo.

-La mesa de desarrollo territorial es la que promueve la adopción de estas prácticas  por los productores de las distintas provincias. Se ha avanzado mucho en la difusión de las características y la conveniencia relativa de estas prácticas, y hay, como dije, instancias organizativas y de participación. Son los productores de cada región del país los que tienen que ir ocupando ese espacio en ese escenario mundial.

La producción orgánica, es una enorme oportunidad, porque la demanda sigue creciente e insatisfecha. La mejora de la competitividad de la actividad va de la mano de todos estos aspectos. Estamos en ese proceso.

 

Producción orgánica de azúcar en el NOA

Eduardo Lukasiewicz, ingenio San Isidro (Salta).
“El azúcar orgánico nunca será commodity, porque las variables que determinan su consumo y comercialización son propias de la specialty”.

El proceso de certificación del ingenio San Isidro comenzó en el año 2000, cuando la capacidad de producción diaria de la fábrica rondaba las 150 t de azúcar, es decir que molíamos 1500 t de caña por día. La escala era muy pequeña, por lo que la incidencia de los costos –tanto fijos como variables- era muy alta y tornaba el negocio como muy riesgoso. Entonces, una buena opción para revertir esa situación era diversificarnos y obtener un producto distinto, con un precio de venta mayor y de esa manera lograr equilibrar las cuentas. El azúcar orgánico surgió como una buena opción para alcanzar ese objetivo.

Ese año el precio del azúcar blanco estaba muy deprimido, venía de varios años así, lo que complicaba aún más la situación, y se combinaba con que había una demanda externa de productos orgánicos. Había, además, mucho menos productores que en la actualidad. La situación era óptima para desarrollar ese producto.

El proceso de certificación no fue nada sencillo. Primero, porque se partía de cero en todo sentido. Debíamos desarrollar el producto, no sabíamos cómo hacerlo y se comenzó con todas las pruebas. Eso implicó cambios en el proceso, adaptaciones y redimensionamiento de equipos, incorporación de otros nuevos y cambios en el sistema de decantación, secado y envasado, entre otros puntos. Hubo que adaptar, asimismo, la infraestructura para ir incorporando nuevas normas a la fábrica.

Hubo que desarrollar todo el sistema de documentación que exige la certificación de normas orgánicas, redactar instructivos, procedimientos, manuales, generar registros de todo. Siempre se apunta en estos casos a asegurar la trazabilidad del producto orgánico, desde el campo de origen hasta el consumidor.

Para realizar todo esto, lo que sí facilitó la tarea fue contar con el inestimable apoyo de la empresa certificadora, la Organización Internacional Agropecuaria (OIA). El ingeniero Héctor Fresler y el doctor Pedro Landa nos ayudaron mucho en el desarrollo de las normas internas, como también en la capacitación de los recursos humanos existentes. Esto, a la larga, nos permitió tener tanto un proceso productivo como el sistema de documentación que llevó a que el azúcar orgánico San Isidro sea muy respetado a nivel internacional.                                                                                               

  • Mejoras en el proceso

La implementación del proceso de producción orgánica fue mejorando año tras año en todos los aspectos, tanto en el proceso productivo como en la calidad del resultado.

Esto se debió también a una política orientada a prestar atención a la demanda y las preferencias del cliente. Esto nos llevó a mejorar el control de la producción en orden a las normas orgánicas y a desarrollar un sistema de documentación de las buenas prácticas manufactureras, algo que tiende a perfeccionarse año tras año. Estos procedimientos son auditados por el Senasa.

  • El negocio del azúcar orgánico

La decisión del ingenio San Isidro de diversificar su producción con azúcar orgánico –y otros productos orgánicos, como alcohol, jarabe y mieles- fue muy acertada y conveniente.  Fue una de las variables que permitió la subsistencia y el crecimiento del ingenio, tanto en cantidad como en calidad. De hecho, cuando se tomó la decisión de diversificar, el ingenio molía 1500 toneladas de caña por día, y hoy la fábrica está en condiciones de moler al menos 5 mil. Ese crecimiento en parte se debió a la diversificación de sus productos.

La cantidad de caña orgánica disponible para moler ronda las 500 mil toneladas; dependiendo del rendimiento, se puede llegar a producir hasta 50 mil t de producto comercializable. Los destinos comerciales son EE.UU., países de Europa, Corea y países de Asia. Al mercado interno se destina entre un 5 y un 10% de la producción, según el año.


Enrique Valenti, Grupo Arcor.
“El orgánico se ha consolidado como una operación estable, donde las condiciones de precio se han mantenido, brindándonos una alternativa segura frente a las fluctuaciones del mercado interno”

Desde sus orígenes, el Grupo Arcor se ha caracterizado por su espíritu emprendedor y la búsqueda permanente de innovación y crecimiento. La compañía comenzó a producir azúcar orgánico principalmente como parte de una estrategia para explorar nuevos mercados y ofrecer un producto con valores diferenciales y estables en comparación con otros tipos de azúcar. Antes de dar este paso, analizamos en profundidad este proyecto concluyendo que la producción de azúcar orgánico representaba una oportunidad altamente positiva.

  • Los desafíos de la certificación

Desde el inicio, la certificación del estándar orgánico ha estado a cargo de la Organización Internacional Agropecuaria (OIA), con quien comenzamos a trabajar en 2016, cuando realizamos nuestra  primera auditoría a campo. El proceso de certificación para la producción de azúcar orgánico se divide en dos etapas clave: la certificación de los campos donde se cultiva la caña orgánica y la certificación de la fábrica donde se la procesa para obtener el azúcar. En la etapa agrícola, uno de los mayores desafíos fue alcanzar una productividad normal por hectárea, ya que el manejo orgánico no permite el uso de agroquímicos ni fertilizantes de síntesis química. Esto hizo que el control de malezas y la adecuada nutrición del cañaveral fueran los aspectos más importantes para lograr una producción rentable. A esto se sumó la dificultad de no contar, en los primeros años con agroinsumos certificados en el mercado, lo que complicó aún más el manejo de los cultivos.

Por otro lado, en la etapa industrial, el reto principal fue adaptar la fábrica al uso de insumos orgánicos. Esto implicó reemplazar los productos químicos tradicionales del proceso, lo que redujo la velocidad de molienda durante la zafra. Además, la certificación debe realizarse al inicio de la temporada, cuando los niveles de concentración de azúcar en la caña son bajos, lo que impacta en el rendimiento fabril.  Hoy nuestro producto cumple con los más altos estándares de calidad orgánica.

  • Las expectativas a futuro

El negocio ha cumplido, y sigue cumpliendo, las expectativas que teníamos desde el comienzo. Se ha consolidado como una operación estable, donde las condiciones de precio se han mantenido, brindándonos una alternativa segura frente a las fluctuaciones del mercado interno. De cara al futuro, vemos un panorama positivo. La demanda de productos orgánicos sigue en crecimiento, lo que nos permite proyectar un desarrollo sostenido en este segmento.

Actualmente, la producción de azúcar orgánico en Argentina está orientada casi exclusivamente al mercado de exportación, principalmente a Estados Unidos y Canadá, bajo la certificación del estándar NOP[2].

[2] NOP: programa regulatorio federal que desarrolla y aplica estándares nacionales consistentes para productos agrícolas producidos orgánicamente y vendidos en los Estados Unidos.


Sebastián Budeguer, ingenio Leales.
“Cuando ves el consumo de azúcar convencional, crece a ritmo vegetativo de la población mundial. El azúcar orgánico, sin embargo, tiene tasas de crecimiento de dos dígitos, aunque el mercado es ínfimo comparado con el mercado global de azúcar”

  • El nicho dentro del nicho

El azúcar orgánico es una visión de largo plazo. Tiene altibajos. A veces tiene buenos precios y otras, no tan buenos. Sin embargo, lo hacemos justamente porque pensamos en términos de diversificación y acompañamos los mercados todo el tiempo. Todos los mercados tienen años buenos y malos. Tratamos de no entrar y salir, sino de seguir atendiendo a los clientes, los mercados y los consumidores.

Diversificar es parte de nuestra estrategia empresarial. Diversificar productos, calidades, mercados, clientes y fuentes de ingresos. En el caso particular del azúcar orgánico, cuando compramos el ingenio La Esperanza, de la provincia de Jujuy, ya tenía una certificación preexistente y producía, desde hacía muchísimo tiempo, azúcar orgánico. Lo que hicimos fue expandir esa producción preexistente: incrementamos la superficie, aumentamos su productividad y empezamos a producir mucho más.

Hoy, el ingenio Leales es el productor más grande de caña de azúcar orgánico en Argentina. Producimos en La Esperanza; desde allá se transporta a Tucumán, donde producimos un azúcar orgánico refinado destinado e mercados específicos como el de las bebidas azucaradas; un nicho dentro de un nicho.

Este es un producto de exportación (se vende muy poco azúcar orgánico en el mercado interno). En nuestro caso, la mayor parte va a EE.UU. Este año vamos a estar cerca de las 30 mil t de azúcar orgánico producidas.

El Estado no participa en los procesos de certificación, pero sí brinda un reconocimiento del orden el 1% o el 2% en derechos de exportación a todas las producciones orgánicas y de mayor valor agregado, que tienen impacto en creación de trabajo en las localidades donde se producen.

  • El mercado argentino

Nuestro mercado interno es chico todavía. Entre nuestros consumidores hay más sensibilidad a precios que los de los países desarrollados. Deberíamos estar yendo a una convergencia entre un incremento del volumen y la baja de los costos de producción y el crecimiento del poder adquisitivo de los consumidores.

Por otro lado, se necesita también un poco de conciencia. El precio es una cosa, pero el valor que el consumidor le asigna al producto natural orgánico es otra. Alimentos orgánicos, en general, es una categoría muy grande, y puede haber productos más onerosos, y otros menos. Si hablamos del azúcar en particular, dado el consumo de una familia promedio en Argentina, su valor relativo es insignificante. Creo entonces que interviene más la conciencia del consumidor en asignarle valor al producto orgánico versus el producto convencional. Eso va a generar que, con el tiempo, haya un mayor consumo en Argentina. De hecho, lo hay, es pequeño pero existe. Falta también que algunas empresas grandes de alimentos decidan incorporar o lanzar alimentos orgánicos.

Y promuevan su consumo.

  • El futuro de la actividad

Como resumen de mi experiencia en producción orgánica, me parece que hay una convergencia de factores: los productos no orgánicos tienen cada vez más restricciones en términos de traza de agroquímicos o uso del agua, y otras restricciones en diferentes cadenas productivas. Por otro lado, los alimentos más naturales, -los orgánicos, entre otros- cada vez tienen mayor tecnología (en el sentido amplio de la palabra, en los métodos de producción), de manera que su productividad va en ascenso y genera que sus precios y costos vayan en disminución.

En el futuro, imagino prácticamente un solo tipo de alimento que, obviamente, –llámese como se llame- tendrá que ser sustentable, amigable con el medio ambiente y saludable, de alta productividad y bajo costo.

Hacia el futuro avizoro crecimiento de la demanda. El azúcar orgánico ostenta tasas de crecimiento de dos dígitos. Por supuesto, el tamaño del mercado es ínfimo comparado con el mercado global de azúcar, pero sí crece, sobre todo en mercados de EE.UU., Europa y países desarollados; y junto con el mercado, crece también la producción.

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