Bitácora – La Ruta del Azúcar – 200 años promoviendo el desarrollo regional es el título de un libro publicado por Fundación ProYungas – Ediciones del Subtrópico que ha sido recientemente incorporado al patrimonio de la Biblioteca Alfredo Guzmán de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), junto con otros trabajos publicados por esa institución.ProYungas (www.proyungas.org.ar) es una organización sin fines de lucro que fue creada en 1999 por iniciativa de un grupo de profesionales de formación biológica y lleva adelante “actividades de gestión para el desarrollo sustentable y la conservación de la ecorregión de las Yungas o selvas subtropicales de montaña y otras áreas del subtrópico argentino”.
Bitácora – La Ruta del Azúcar forma parte de un lote de libros destinados a “generar información en temas críticos de conservación. Generalmente –explican los editores- los resultados de la investigación científica son publicados en revistas especializadas, fuera del alcance de los tomadores de decisiones y del público en general”.
Para ello, desde 2006, la Fundación ProYungas –que tiene oficinas en Tucumán, Salta, Jujuy y Buenos Aires- ha creado su propia editorial, Ediciones del Subtrópico, destinada a “publicar y distribuir la abundante información ecológica y social generada en el ámbito subtropical”; las obras – escritas de manera accesible al gran público- están orientadas a “sustentar la toma de decisiones en materia de conservación, manejo de los recursos naturales y análisis de la problemática social regional”.
Dotado de 167 páginas en papel ilustración mate de 115 gramos (“hecho con fibra de caña de azúcar”, se aclara), La Ruta… fue publicado en 2014 y tiene por autores a Sebastián Malizia (abogado), Matilde García Moritán (licenciada en antropología) y Alejandro D. Brown, ecólogo y presidente de la Fundación ProYungas.
El libro está ilustrado por numerosas fotografías -la mayoría a color, de archivos y actuales- y recorre la historia del cultivo y la industria de la caña de azúcar, hilando textos de elaboración propia con otros de especialistas, entre ellos uno del ingeniero Juan Fernández de Ullivarri, quien aporta un artículo sobre los 110 años de historia de nuestra Estación Experimental.
En la presentación, el doctor Brown señala: “Sin duda mucha agua ha pasado bajo el puente, en términos sociales, políticos, ambientales y tecnológicos, desde aquellos principios de la actividad hace un par de siglos. Sin embargo, lo llamativo es que a pesar de los grandes cambios regionales que han ocurrido en este dilatado período, hoy el cultivo de la caña se presenta tan pujante como en aquellos albores, cuando el futuro de gran parte de nuestro territorio norteño apostaba a su desarrollo”.
Algunos capítulos de la obra llevan por título “Etapa Artesanal: del Obispo Colombres a la llegada del ferrocarril (1821-1876)”, “Etapa industrial: casi cien años de desarrollo productivo (1876-1966/68)”, “Aumentan las tensiones: politización del sector” y “Cierre de ingenios”, “Zafreros”, “Los principales ingenios de la provincia: breve referencia”, “El Pedemonte de las Yungas y el cultivo de la caña de azúcar”, “Cosecha mecanizada y quema de caña”, y “La caña de azúcar, productos derivados y ambiente”.
Los libros publicados por la Fundación ProYungas pueden conseguirse cliqueando en la página web de la institución, aunque –por ahora- Bitácora – La Ruta del Azúcar se encuentra agotado.
Una contribución a la cultura naturalista
Entre los numerosos artículos que engrosan las 168 páginas de Bitácora – La ruta del Azúcar extraemos unos párrafos del titulado “El Parque del Ingenio Santa Ana: Del Jardín de la República a la capital argentina” (sin firma): “Además de zambas, ‘empanadas con vino en jarra, una guitarra, bombo y violín’ (…) la provincia de Tucumán ha sido pionera e impulsado el desarrollo agroindustrial de Argentina, y ha aportado a la conformación de una visión de país de múltiples formas. Entre ellas contribuyó al desarrollo de la cultura naturalista o ecológica de Argentina, que incluye la creación de las primeras áreas protegidas provinciales y el aporte de las más hermosas especies arbóreas –muestra representativa de la biodiversidad regional- que han contribuido a embellecer el paisaje de la ciudad de Buenos Aires y de otras importantes ciudades de Argentina”.
Tras historiar la creación en 1889 del Ingenio Santa Ana al sur de Tucumán, evoca el artículo que fue el propio Clodomiro Hileret –dueño de esa fábrica azucarera- el que trajo desde Francia al paisajista más famoso del momento, Carlos Thays, para encargarse del diseño y creación de un parque lindero al entonces pujante ingenio en homenaje a su hija María Luisa. El parque contaba originalmente “con una extensión de ocho hectáreas y varios lagos en los que habitaban peces de diferentes colores. Se podía navegar en botes de madera, a los que se accedía a través de una gruta artificial de cuya cima emanaba agua que caía en cascada. En sendos invernaderos se cultivan hermosas orquídeas, y avenidas de limones dulces proveían de sombra a los numerosos paseos”.
Agrega que durante la inauguración “se encontraba presente el general Julio A. Roca, quien cumplía su segundo mandato como presidente la Nación. En ese evento conoce a Thays (que diseñó en aquella época el Parque 9 de Julio de San Miguel de Tucumán, entre otros espacios verdes del país) y, admirado Roca por el diseño del parque Santa Ana, contrata a Thays para construir el Jardín Botánico de Buenos Aires”.