Juan Fernández de Ullivarri, Javier I. Carrera Baldrés y Carmina Fandos. Secciónes Agronomía de la caña de azúcar y Sensores Remotos y SIG (SRySIG)- juanfull@gmail.com
Balance
El 2024 fue un año complicado para los cañaverales de Tucumán. Las heladas que ocurrieron entre el 11 y el 16 de julio, con temperaturas de hasta -5,8 °C durante más de 40 horas, dejaron los campos en una situación de alto riesgo de incendio. Aunque con estas condiciones suele esperarse un aumento en las quemas de caña, este año la situación fue mucho mejor de lo esperado.
El impacto del frío extremo no se limitó a los cañaverales; también afectó pastizales y otros cultivos en toda la provincia, desencadenando incendios en diversas áreas. En Tafí del Valle, por ejemplo, más de 10.000 hectáreas de pastizales fueron arrasadas por el fuego, mientras que otras provincias como Córdoba, Salta y Corrientes enfrentaron situaciones similares. A pesar de este escenario, los registros de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) mostraron que hasta mediados de julio, Tucumán había experimentado la menor superficie quemada en los últimos diez años, incluso inferior a 2023, que también registró cifras históricamente bajas. Después de las heladas y hasta el final de la zafra, con condiciones ambientales muy predisponentes para la quema, se llegaron a quemar 54.000 hectáreas; si bien es un número alto, es el registro más bajo de superficie quemada en años con condiciones adversas, como el 2009, cuando la EEAOC comenzó el seguimiento anual de la quema de caña de azúcar (Figura 1).
El análisis de la quema de caña revela fluctuaciones anuales sin una tendencia clara a largo plazo. Sin embargo, se observa una correlación entre los años con heladas y un aumento significativo en la superficie quemada. Los años 2009 y 2020 destacan por sus mayores superficies quemadas, coincidiendo con años de heladas. En contraste, 2015 y 2023, sin heladas, presentan las menores superficies afectadas. Aunque la relación entre heladas y quema es evidente, el impacto varía considerablemente de un año a otro, dependiendo de la intensidad de las heladas y otros factores antrópicos relacionados al fenómeno de la quema.
Distribución
La distribución espacial de las quemas en la provincia posee una marcada relación con las características antrópicas de la región. Las mayores frecuencias se centran alrededor de las principales localidades y vías de comunicación (rutas y caminos principales). Se observan zonas con alta frecuencia de quemas, concentradas principalmente en la zona de la localidad de Bella Vista, Río Chico y en menor medida en áreas aledañas a la localidad de Ranchillos. Algunos enclaves también en los alrededores de la ruta 157, mientras que otras áreas presentan una menor incidencia de este fenómeno. Existe un predominio de las áreas afectadas por quema en 1 o 2 de los 10 años analizados. (Figura 2)
Claves
- Certificación localg.a.p.: un gran avance
Un factor clave para lograr esta reducción fue la certificación localg.a.p., «Caña de azúcar sin uso del fuego». Este programa voluntario, que arrancó en 2014, exige que los productores adopten medidas para prevenir incendios, como limpiar los alrededores de los campos, tener limpios los callejones, instalar cortafuegos y capacitar a sus trabajadores en el manejo del fuego. En 2024, se certificaron cerca de 60.000 hectáreas, un récord que representa alrededor del 20% de toda la superficie cañera de la provincia.
Gracias a esta certificación se logró algo histórico: en un año con condiciones muy favorables para los incendios, la cantidad de hectáreas certificadas superó a las hectáreas quemadas. Este resultado demuestra que las prácticas sostenibles pueden ser efectivas incluso en situaciones adversas.
- Educación para un cambio cultural
Otro pilar importante en la lucha contra la quema de caña fue la educación. Durante 2024, la Mesa de Gestión Ambiental y la Escuela Itinerante de Educación Ambiental “Yolanda Ortiz”, del Ministerio de Educación de la Provincia, llevaron a cabo una serie de capacitaciones dirigidas a docentes y estudiantes de profesorados en distintos puntos de la provincia. Estas actividades tuvieron como objetivo concientizar sobre los daños productivos y ambientales que causa la quema, tanto de caña de azúcar como de cualquier tipo de vegetación, las tareas de prevención, la legislación vigente respecto a la temática y las sanciones que puedan caber en caso de incendio. De esta forma se busca fomentar desde las aulas un cambio de actitud hacia prácticas más responsables y sostenibles y que las futuras generaciones entiendan la importancia de cuidar el medio ambiente y adopten mejores prácticas en el manejo de los recursos naturales. Es un enfoque educativo que busca no solo resolver el problema actual, sino también prevenirlo a largo plazo.
Un futuro con menos quemas
Lo que ocurrió en 2024 muestra que, incluso en años difíciles, se pueden lograr grandes avances si todos colaboran. La certificación, la educación y la prevención han sido herramientas clave para reducir la quema de caña y proteger tanto la producción como el medio ambiente.
Aunque queda trabajo por hacer, los resultados son alentadores. Si más productores certifican sus campos y más personas se comprometen con prácticas responsables, Tucumán puede avanzar hacia un futuro donde la quema de caña sea cosa del pasado. La unión de esfuerzos entre productores, autoridades y la sociedad es el camino para construir una provincia más verde, sostenible y resiliente.